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Friday, August 12, 2011

"El banquete infinito", el sacrificio traspasado

Foto: Iván Cañas. Elenco de "El banquete infinito": Micheline Calver, Carlos Alberto Pérez, Alain Casalla, Yvonne López Arenal (sentada), Leandro Peraza Viso y Tomás Doval.

‘El banquete infinito’, el sacrificio traspasado

Elenco de "El banquete infinito": Micheline Calver, Carlos Alberto Pérez, Alain Casalla, Yvonne López Arenal (sentada), Leandro Peraza Viso y Tomás Doval

Elena Tamargo
Especial/El Nuevo Herald
Publicado el viernes, 08.12.11

Alberto Pedro decía que el teatro era “disturbio autorizado”. El banquete infinito, que acaba de hacer su estreno mundial hace tres días, aquí en Miami, en la Sala Avellaneda del gustoso teatro Akuara, nunca lo hubiera visto Alberto Pedro mientras el molde de su caricatura existiera. La metáfora de la obra: una sucesión de dictaduras en 24 horas. Las demás metáforas son muchas, porque esta obra tiene hermetismo en abundancia, simbolismo para repartir, y si eso es bueno, por una parte, por otra la vuelve local, hay muchas cosas que cualquier público no puede captar, pero es ante todo una obra muy alegre, que hace reír, que se burla e ironiza.

El elenco está formado por Carlos Alberto Pérez, que hace dos personajes, El Jerarca y Paradigma, al principio es un superdictador y luego un muchacho romántico, que también se transforma; Ivonne López Arenal, Ave Rara, una mujer de pueblo, de bajo perfil, que entra en la segunda dictadura, que se enamora del segundo dictador sabiendo que no será exitoso, pero lo cuida, lo apoya, incluso sin creer en él, por eso se mata antes de matarlo a él, que cuando ella muere él enloquece. Y en el tercer golpe de estado entran las viriles, Leandro Peraza Viso, Tomás Doval y Alain Casalla, personajes que, como los arcángeles, son asexuados, o no se les puede identificar el sexo, pero sí juegan con un símbolo muy fuerte y es que detrás de ese tan macho que es ese comité central o conglomerado que ellos forman, esconden un homosexualismo. Micheline Calvert, Perogrullo, el artista, colmado de símbolos, el saco plateado , la medalla por la cultura nacional, el discurso demagógicoPerogrullo lleva una corbata con diseños de dinero. La china muda de los abanicos tiene sus mangas grandes; Tomás, el ruso, con chapka, y las joyas de Catalina incrustadas.

Esta obra merece una hermenéutica profunda. Ese nivel de simbología tiene que ver con una de las productoras de la obra que además es quien fabrica cada uno de los platos del banquete, esos jamones que cuelgan del techo, muslos, panes, pero también todo el vestuario cifrado. Esa mujer es Alba Borrego, artista de las manos, que ha hecho una labor de extraordinaria plástica y una codificación alta de un mensaje que no puede decirse abiertamente; Alba Borrego ha interpretado excelentemente a Alberto Pedro, artista hermético y difícil de comprenderlo bien.

La música escogida es hermosa y adecuada y todo el escenario es un cuadro, tal vez el espíritu de Jan Brueghel, en quien pensó Mayito García Joya para iluminar ese escenario de manera magistral. La fotografía de Iván Cañas, un extraordinario y reconocido fotógrafo cubano, es excelente.

Mirian Lezcano, un mito del teatro cubano, que vivió junto a Alberto, ha venido a Miami a ofrecernos una excelente dirección de una obra polémica y lo ha hecho con maestría y seguramente con la pasión del recuerdo que se lleva para siempre cuando se ha amado a un artista.

Las actuaciones son todas de una gran fuerza, sobre todo la de Ave Rara por su honestidad, su erotismo y su autoridad que son admirables. Es un teatro crítico, sobre lo que la gente quisiera ver, y de lo que ve, tirarle pan al pueblo para que esté tranquilo. •